lunes, septiembre 16, 2024
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Una gacela de Mhorr, extinta en la naturaleza, nace por primera vez en el zoo de París

Sobre las gacelas dama, solo quedan 175 en la naturaleza, repartidas entre Chad y Níger, en África

Una cría de gacela Mhorr que nació en el Bioparc de Valencia en 2021.
 Bioparc

Desde principios de año han nacido 80 animales de distintas especies en el zoo de París, algunas de ellas en peligro de extinción como el perro venadero, la fosa o la gacela de Mhorr, extinta en la naturaleza desde 1970 y de la que nunca antes habían nacido crías en la institución de la capital gala.

El viaje de la extinción a la esperanza de la gacela Mhorr

En las áridas planicies del Sáhara, en esa parte del norte de África en el que quema la tierra, hacía décadas que no se disfrutaba del elegante salto de una gacela dama (también conocida como gacela Mhorr o Mohor). Tras las guerras, el furtivismo descontrolado y cierta desatención las consideradas como gacelas más grandes del mundo fueron erradicadas de su propio territorio. La labor ardua y arriesgada del naturalista José Antonio Valverde, más conocido por su férrea defensa de Doñana, sirvió para sacar del Sáhara in extremis a once ejemplares, probablemente los últimos, de las garras de la muerte. Era el año 1971, un punto de inflexión para una especie hasta entonces abocada a ser vista únicamente en las hojas de polvorientos libros con fotos de animales desaparecidos por culpa del ser humano. La intención del biólogo ante una extinción inevitable fue poder salvar a un pequeño grupo de gacelas con las que poder trabajar en diversos proyectos de reproducción y así tratar de introducirlas en el futuro en su hábitat natural. De ese modo estas auténticas supervivientes fueron llevadas a Almería y de ahí a distintas instituciones y centros de conservación para lograr  el arriesgado propósito del profesor Valverde.

Durante décadas de un Sáhara sin gacelas Mhorr, los muchos trabajos llevados a cabo con el linaje salvado en el último momento han permitido conseguir en pleno siglo XXI que la palabra «extinta» quizás no resulte definitiva para estos animales. Y es que ya ha visto la luz la reintroducción de las mismas al que siempre fue su hogar. 

De cómo las gacelas de Mhorr sobrevivieron a su propia extinción

La gacela Mhorr, la variante norteafricana considerada extinta en la naturaleza desde los años setenta, se identifica por sus largas patas, así como porque la parte dorsal del cuerpo está bañada por un color castaño rojizo, mientras que la cabeza, las partes inferiores del cuerpo y la cola son de color blanco. También destaca por una altura que va entre 90 y 120 centímetros de alto y un peso de las hembras de más de 40 kilos por 75 en los machos, lo que les hace estar en el escalafón más elevado de gacelas en cuanto a tamaño. Ambos, macho y hembra, portan una cornamenta en forma de ese, mucho mayor en ellos que en ellas. Para muchos se trata de la versión más elegante de las gacelas africanas y es que basta con verlas correr.

Hace tan sólo un siglo su población se contaba por miles en los países del Magreb, sin que se atisbaba a corto plazo una desaparición fulgurante como la que tuvo lugar cuando los enfrentamientos entre el ejército de Marruecos y quienes luchaban por el Frente Polisario cercenaron el territorio desértico que habitaban. Asustadizas por naturaleza, huían como podían del rumor ensordecedor de las balas, pero casi todas ellas fueron hallando su final en una auténtica cacería que les llevaría a rozar el total exterminio. El hombre el mayor depredador que jamás habían tenido en millones de años.

La operación Mohor iniciada por José Antonio Valverde fue la manera en la que se pudo hacer algo para evitar lo que parecía irremediable. El entonces Instituto de Aclimatación de Almería, hoy Estación Experimental de Zonas Áridas (EEZA) del CSIC, se convirtió en una especie de Arca de Noé para estos herbívoros. Con los años entraron en juego centros e instituciones cooperantes, entre las que se encontraban algunos zoológicos, para lograr el número de reproducciones necesario de las gacelas Mhorr con el que dar los siguientes pasos en favor de este animal.

Gracias a los descendientes traídos a España en 1971, así como a la gran la importancia de la reproducción en cautividad y la cooperación entre zoológicos e instituciones públicas, se están desarrollando nada menos que cinco iniciativas de reintroducción en Marruecos (Parque Nacional Bou-Hedma y Domaine Royal R’Mila), Senegal (Reserva de fauna de Guembeul así como la reserva de Fauna de Ferlo Norte) y Túnez (Parque Nacional de Bou Hedma). El objetivo número uno es que el linaje más importante de la historia de estas gacelas mhorr pueda regresar a su hábitat natural. De hecho se marcó un auténtico hito al respecto el 25 de mayo de 2015 cuando en la Reserva de Safia Natural, en Sáhara Occidental, fue liberado por primera vez un grupo de 24 gacelas mhorr. Se trata de un lugar de muy difícil acceso que se encuentra próximo a la frontera de Mauritania y en el cual las gacelas fueron ganando terreno en libertad paulatinamente. Todas ellas con una monitorización constante.

Por ello, esta subespecie de gacela dama que aún se considera extinta en la naturaleza, es un buen ejemplo con el que comprender que sin la labor de instituciones privadas como los zoológicos, a los que muchos hoy piden cerrar sus puertas, este largo y costoso proceso reproductivo hubiese sido extremadamente complicado, por no decir imposible.

Nacimientos de gacelas Mhorr en BIOPARC Valencia

En España es posible observar cómo los proyectos de reproducción de las gacelas Mhorr están siendo un éxito. Tan sólo en lo que llevamos de 2017 en BIOPARC Valencia han nacido dos nuevos miembros de esta especie. Y se espera que no sean éstos los últimos nacimientos, ya que se está esperando un tercero para muy pronto. Este era un tema que me interesaba y que me sedujo bastante para rendir entonces  una visita a un centro al que la primatóloga Jane Goodall le otorgó la máxima calificación. De ese modo pude ver por primera vez en mi vida el rostro de una encantadora gacela Mhorr, que había parido una cría hacía bien poco.

No cabe duda de que cada nacimiento es un triunfo. Actualmente se cuenta con una población aproximada de 300 ejemplares que viven en cautividad en una decena de instituciones zoológicas europeas, once norteamericanas y una africana. Técnicos del Centro de Rescate de Fauna Sahariana (CRFS) mantienen el libro de registro a nivel internacional (International Studbook), así como el programa de reproducción (EEP) a nivel europeo. Los proyectos de reintroducción ya están bien avanzados y, como en el caso de las gacelas que se pusieron en libertad en la Reserva de Safia, están previstas distintas sueltas en los próximos meses y años.

A veces recibo e-mails y mensajes de gente que asegura con mucha contundencia que deberían cerrar el 100% de los zoológicos del mundo. Y me gusta responderles con el caso de las gacelas Mhorr. Porque ni todo es blanco ni todo es negro. Creo firmemente en la labor conservacionista de algunos centros que están dejando atrás la filosofía decimonónica que los zoológicos tuvieron (y muchos hoy aún tienen).

Por supuesto que me apasiona como nada observar a los orangutanes en libertad en Borneo, salir a buscar al leopardo en la salvaje Botswana, mirar a la cara a un tigre de Bengala en India o fotografiar a un inmenso rinoceronte en el Parque Kruger de Sudáfrica o en la remota Swazilandia. Quienes somos aficionados a hacer safaris en África para fotografiar animales (o en cualquier lugar del planeta) sabemos que no hay nada comparable a ver a las especies en libertad en su propio hábitat. ¡Faltaría más! Pero me parecen esenciales los ejercicios de concienciación y conservación que llevan a cabo este tipo de instituciones (las cuales, no nos engañemos, no sobreviven un mes a base de limosnas).

Cada día en los parques y reservas africanas son masacrados varios rinocerontes para arrancarles sus cuernos porque tienen gran valor en la medicina tradicional china. Naturalistas de todo el mundo aseguran que en menos de veinte años no quedará ni uno solo en África. Si continúa este ritmo y cerramos los centros de animales en cautividad, ¿no estaremos dando un paso más para su inevitable extinción? Quiero creer que eso no va a suceder y que surgirán siempre figuras como José Antonio Valverde, Félix Rodríguez de la Fuente o Luis Miguel Domínguez (Lobo Marley) para evitarlo. Pero es aconsejable no ser tan tajantes en un asunto que cuenta con distintos matices que merece la pena contemplar.  Lamentablemente el de las gacelas Mhorr no es, ni mucho menos, un caso aislado, pero, a su vez, es una luz al final del túnel. Porque entre extinción y supervivencia animal tengo muy clara mi elección. ¿Y tú?

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